La Mejor Mamada de mi Vida
Esta es la historia más incómoda
que les voy a contar en toda mi vida chicos, pero eso no quita que sea la mejor.
Mi primera experiencia con un
hombre la tuve a los 18 años con un viejo amigo, lo conozco desde la infancia. Crecimos
juntos en el mismo pueblo en Colombia. Él es un año mayor que yo. En ese
entonces tenía 19 años de edad, tamaño promedio y guapo. Una de sus
características más obvias eran sus labios carnosos. Cualquier persona que lo
conociera no podía evitar comentarle lo hermosos y sexis que eran. ¡Incluyéndome!
Que aunque no me sintiera atraído por los chicos, no podía evitar verlos de
forma atontada de vez en cuando.
En esa época yo era muy tímido, tenía
graves problemas de confianza y nunca había tenido novia. Estaba muy interesado
en las chicas y el sexo, pero nunca me atreví a acercarme a nadie. Me
masturbaba como un maníaco, varias veces al día.
Un día normal me levante de mi
cama con una sensación poco común en mí, sentía extraño el cuerpo, en especial
mis bolas, las cuales estaban más grandes de lo normal, supuse lo más obvio, y
era que no me había masturbado en toda una semana debido a que era época de
exámenes y no tenía tiempo para nada.
Esa mañana decidí empezarla con
un poco de ejercicio. Así que después de bañarme me puse una camisa ligera de
color azul que me permitía estar fresco, un short blanco y un par de tenis.
Creo que jamás voy a olvidar los
detalles de ese día.
Veinte minutos después de haber
estado corriendo descubrí que alguien me estaba observando a lo lejos, me sentí
un poco incómodo, hasta que me di cuenta que simplemente era mi amigo. Me
acerque a él y lo salude. Estaba lamiendo un helado y como de costumbre no pude
evitar observar sus labios mientras lo hacía. Me sentía raro pero a la vez era
un poco hipnótico.
Al tener entre nosotros mucha
confianza quise contarle lo que estaba sintiendo ese día. Me comento que era
muy común en los chicos de nuestra edad sentir eso y más si no expulsábamos
todo el semen que se acumulaba en nuestros testículos. Al no tener mucha
experiencia y nunca haber tenido sexo, le dije que la única forma en que podía
sacar todo, era masturbándome, pero que ya estaba un poco aburrido de lo mismo.
Mi amigo me aclaro que esas no eran las únicas formas en las que podía vaciar
mis bolas. Si no que existían también las mamadas, las cuales eran muy fáciles
de conseguir ya que no eran tan complicadas como tener relaciones sexuales con
penetración, por la cuestión de la protección.
Rápidamente seguido de eso me
comento que él también se había despertado un poco raro esa mañana. Sentía la
necesidad de tener algo dentro de su boca, por lo que decidió venir al parque
por un helado. Lo que no esperaba era
encontrase conmigo, evito hablarme y simplemente se dedicó a observarme a lo
lejos mientras yo trotaba y a la vez él chupaba su helado.
Me
ofreció darme esa mamada que yo tanto necesitaba. Evidentemente lo rechace de
inmediato. Le dije sorprendido que yo no era gay y que el hecho de penetrar a
un chico me parecía un poco desagradable. Me explico que él tampoco era gay,
dijo que entre nosotros jamás iba a existir alguna penetración, solamente iba a
ayudarme a vaciar mis testículos con su boca, que de hecho era muy similar al
de una chica.
¿Quieren saber que paso ese día?
Solamente les diré que fue la
mejor experiencia que he tenido en toda mi vida. Y lo ocurrido en ese mañana
quedará solo en nuestros recuerdos. Aunque me pareció muy raro que todo el
tiempo él estuviera cargando consigo una pequeña cámara.
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